Por Roberto Candelaresi
LA APARENTE IZQUIERDA DEL SISTEMA DE DOMINIO Y SUS SOPORTES ESTRUCTURALES
INTRODUCCIÓN
La idea de sociedad civil, aunque ya integraba el vocabulario de movimientos populares e izquierda en general, fue resignificado con la “ayuda” desplegada desde los Estados Unidos – comenzando en los ’80 –, hacia sus vecinos endeudados y con institucionalidades débiles, así como revalorizaron tantos otros conceptos concomitantes. Todo ello en pro de modificar ciertas conductas sociales hacia la democracia liberal, y, reforzar las instituciones republicanas, dotándolas de ciertas doctrinas funcionales. Los medios masivos de comunicación jugaron un papel significativo en la gran difusión de los ‘nuevos’ conceptos y sus significantes. Es sabido que, al incorporar nuevas categorías analíticas en el lenguaje, esto ayuda a problematizar (socialmente) los temas a los que aluden.
El fenómeno, no obstante, no es solo regional, sino mundial. En efecto, hay temas y las representaciones de ideas subyacentes, que vienen ocupando lugares predominantes en los vocabularios públicos a nivel mundial y están, en general, fuertemente asociadas a las ideas de democracia y modelos de sociedad vigentes en EE.UU. y Europa occidental.
El tal predominio, es reforzado no solo por su mención en los medios, sino también por la divulgación multidisciplinaria de los think tanks locales, vinculados transnacionalmente entre sí y con los Actores Globales que las promueven. Organismos supranacionales como el BID, el BM, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), u organismos gubernamentales o paragubernamentales de EE.UU. como, por ejemplo, la Agencia de Información de EE.UU. (USIA), la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales (NDI) y el Instituto Republicano Internacional (IRI). Los últimos son fondeados con recursos autorizados por el Congreso norteamericano a través del Fondo Nacional para la Democracia (NED). La intervención de tales actores con sus “Programas” siempre es bajo el amparo de objetivos concebidos como de “fortalecimiento de la sociedad civil” y “fortalecimiento de organizaciones cívicas” en la región, tal el vocabulario empleado. Al respecto y como ‘justificación’ de tal injerencia con loables propósitos, encontramos un Reporte del BID del año 1994 sobre una reunión congregada para discutir la situación latinoamericana afirmando que «aunque el fortalecimiento de la sociedad civil es fundamentalmente un proceso social doméstico, es necesario que sea cimentado por la comunidad internacional»
Seguidamente, enunciaremos algunas fundaciones o usinas del pensamiento, que asisten pretendidamente en ayuda de la formación de conciencia cívica de nuestros países. Naturalmente este tipo de instituciones presentan sus objetivos en términos de “interés general”: tales como para los fines de reducir la pobreza, mejorar el bienestar humano, promover el crecimiento agrícola y proteger el medio ambiente, etc., es decir; en un discurso similar al de los actores globales ya detallados.
¿HACIA LA TRANSCULTURIZACIÓN?
Sabido es –al menos lo hemos descrito en esta columna–, que el poder real emplea el “Poder Blando” para ejercer su dominio, incluso con más efectividad que con la clásica derecha militarista y neoliberal. En efecto, el poder cultural, una de sus esferas, resulta muy útil para sostener un sistema dado. Y es así como se ha instrumentado un apoyo activo, sistemático y sostenido por varias décadas a través de cierta izquierda liberal inserta en todos los regímenes políticos occidentales, a determinadas consignas u objetivos supuestamente benéficos para el progreso social integral, que, sin embargo, esconden otros fines estratégicos (ajenos), que, a veces, son desconocidos por los propios militantes que operan de bona fide.
Así es como fundaciones internacionales adoctrinan, capacitan, financian y proveen logística a esas corrientes político sociales, desde facciones socialdemócrata y hasta agrupaciones trotskistas. Esos patronatos están ligados a la CIA y a la inteligencia británica, las más de las veces. Solo a título de muestra nombramos a la Open Society Foundations, Ford Foundation, Gates Foundation, Kellogg Foundation, Hewlett Foundation, Rockefeller Foundation, las que, junto a los gobiernos de EEUU, Gran Bretaña, Holanda, y Noruega, son los soportes referidos a miles de organizaciones sociales y otras fundaciones, publicaciones, autores y hasta pequeñas ONG’s de supuesta izquierda.
La sutil acción cultural de cierto Progresismo, se cristaliza al imponer ciertos temas en la agenda social, como la “teoría de género” y la despenalización del aborto, como conquistas de derechos individuales. Por cierto, cuestiones que legítimamente deben resolverse en debate amplio y sesudo, para no caer –por ejemplo– dentro de algún proyecto antinatalista de control de la población como estrategia foránea. Su éxito, se debe a que estos pensamientos ya son hegemónicos en ciertos medios de comunicación y ámbitos académicos, que cándidamente empañan los personajes funestos que impulsan esa agenda, especialmente en los países periféricos, como el nuestro y vecinos. Henry Kissinger y la banca del clan Rockefeller para citar a algunos.
Aplicando una inventiva sencilla, los legítimos reclamos por los derechos de las mujeres, de los pueblos nativos, del medio ambiente, etc., son tomados para radicalizarlos y redireccionarlos para hacerlos concordar con los objetivos globalistas.
La poderosa Open Society Foundations (George Soros), se ocupa de capacitar mujeres muy jóvenes latinoamericanas para el liderazgo, con una currícula que incluye activismo y organización, y la promesa de dotarlas eventualmente de las herramientas para la eficacia de su acción.
LA CULTURA “SUBSIDIADA”
Muchos especialistas se han dedicado a estudiar cómo juegan las distintas fundaciones y ONG’s transnacionales detrás de la difusión de todas estas corrientes ideológicas. En primer lugar, se debe apuntar que esta “filosofía social” proviene de medios académicos estadounidenses y europeos. De tal suerte que incluso se ha impuesto en el vocabulario reivindicatorio, y en el progresismo en general, algunos anglicismos tales como “empoderamiento” o “emprendedurismo”, tan caros a la ideología neoliberal, en donde la “libertad del individuo” en su capacidad de elección prevalece sobre cualquier otra consideración.
Hoy en Argentina, con un índice de pobreza que alcanza casi a la mitad de la población, muchos feminismos siguen pensando a la violencia de género como un problema más grave y extendido que la falta de techo y acceso a la salud y la educación, o, igualmente que la percepción sexual de sí mismo parece ser más prioritaria que tener trabajo o educación de calidad, y se la toma como una expresión de libertad casi revolucionaria, como si se tratase de derechos de primera generación (derechos humanos básicos).
La potente influencia que tienen los activismos tendientes a dividir a la sociedad en grupos que se controlan unos a otros sigue en alza y se concreta la idea de una comunidad fragmentada que, como reflexiona la pensadora norteamericana Nancy Fraser, «facilita el control excesivo de los individuos por parte de los poderosos».
El neoliberalismo ha calado hondo en la sociedad con sus principios de individualismo extremo, por eso, para ese pensamiento – y quienes abrevan en él – la cultura es una elección personal. Mientras, se ofrecen nuevos “valores” globales para optar, en el ámbito estrecho de una nueva cultura transnacional (“valores universales compartidos”- como si la humanidad no fuera una miríada de culturas heterogéneas, y de allí su riqueza antropológica), desdeñando la “cultura o costumbres tradicionales” del acervo nacional, lo que conlleva el riesgo de hacer perder la IDENTIDAD, individual y de la propia sociedad. Todo un tema para la “soberanía ideológica”. No es casual que algunas corrientes demandantes se opongan y pretendan deslegitimar y criticar a las alternativas nacionales y populares, sobre estas cuestiones.
Los medios hegemónicos a su vez, -y normalmente seguidos por otras planas– visibilizan con desmesura los temas de algunas minorías (travestismo por caso), mientras ocultan (o no tratan) aquellas cuestiones mucho más graves en tanto dificultades, como los niños sin acceso a sus derechos elementales, o a las causas de la contaminación del medio ambiente y del alimento, solo por citar algunas urgencias.
María del Prado Esteban, historiadora que analiza estas cuestiones, cuestiona a cierta militancia que solo exige para la mujer “la misma libertad” que los hombres, siendo que, en el sistema capitalista actual, el “hombre” está bastante oprimido, sin muchas opciones, es decir, al no cuestionar al sistema y pedir acceder con idénticos derechos (a los cuales desde ya está intitulada) del mismo, lo legitima.
Cuando grupos se radicalizan y plantean luchas dicotómicas entre hombres y mujeres, o progresistas y retardatarios, jóvenes y viejos, héteros y otras preferencias, etc., no hacen sino segmentar más a la sociedad, destruyen las células de convivencia básica, y desde eso contribuyen a la estrategia de hegemonía del capitalismo, la que se ve facilitada con la desunión y la proliferación de nichos de mercado. Lo que implica; reducir al pueblo a criaturas que solo trabajan y consumen [animal laborans].
Las víctimas ya no lo son por causas culturales, sociales, políticas y económicas de la opresión, sino lo femenino concreto o la autopercepción de ello, cuando no es respetado plenamente. La discriminación sigue, pero con otro blanco. Hoy, es cuestionado quien profesa valores o creencias tradicionales, reputado como políticamente incorrecto, si no adhiere de buena gana a los nuevos principios morales y derechos consecuentes de las minorías, tal como el modelo hegemónico actual demanda.
Una vez más, las FUNDACIONES TRANSNACIONALES como HERRAMIENTAS
Muchos de los reclamos genuinos, ineludibles y progresistas que se deben procesar en toda sociedad, tales como violaciones a derechos humanos, protección ambiental, los derechos de minorías, cuestiones de género, etc., suelen recibir promoción para instalar en la agenda, y asistencia posterior para encaminar su “resolución” en nuestros países, por parte de ciertas fundaciones globales, que, al intervenir determinantemente en las movilizaciones de nuestros pueblos (con aportes ideológicos y materiales y a través de numerosas entidades civiles locales, antiguas o creadas ad hoc), a veces desvirtuando sus causas originales, ora redireccionándolos hacia otros desenlaces, terminan ejerciendo dominación cultural, aunque sean temáticas tan caras a la izquierda. Y en eso, escondidas entre el entramado de organizaciones del país, precisamente reside su poder.
Nuevamente, en esta actividad estratégica para los poderes “imperiales” aparecen viejas entidades conocidas tales como las Fundaciones de; OPEN SOCIETY – FORD – ROCKEFELLER – HEWLETT – BILL & MELINDA GATES – MAC ARTHUR – ATLAS (ATLAS NETWORK) y organismos como: UKAID (Departamento de Desarrollo británico) y el NORAD (Programa de capacitación para el desarrollo noruego). Debe llamar la atención que estas organizaciones que responden al pináculo capitalista, promuevan y alienten movimientos, ONGs, partidos, fundaciones, etc., que tienen como misión “revolucionar el sistema”.
Aquellas entidades, conforme a numerosas investigaciones, no solo académicas, sino conducidas algunas desde el congreso de Estados Unidos, han resultado muy útiles para librar la “guerra cultural” que Washington lleva a cabo desde la Guerra Fría. La apariencia de fundaciones filantrópicas, le permite a la inteligencia norteamericana (CIA principalmente) canalizar fondos espurios, fuera del presupuesto oficial, para propósitos de influir o determinar culturalmente a las naciones sometidas a su influjo.
La legalización del aborto y cualquier otra medida útil para controlar el crecimiento poblacional o la legalización del cultivo de drogas de los países con recursos naturales, son metas declaradas por Henry Kissinger y la Fundación de Soros. Sobre este último ‘rubro’ digamos que; la liberalización de la producción y del consumo de drogas cumple un doble propósito político, por un lado, ayuda a la despolitización y alienación de la juventud, y por el otro, su industrialización es un formidable negocio.
Para evitar dudas o discusiones vanas acerca de la veracidad de estos asertos, nos referimos al desclasificado informe NSSM 200 de 1974, donde Kissinger sugiere impulsar la despenalización del aborto para un mejor aprovechamiento de los recursos estratégicos del mundo, y esta recomendación (impulsar la disminución de la natalidad en el mundo subdesarrollado proveedor), fue adoptada como política oficial desde el 1975 por el presidente Gerald Ford.
Ya existían antecedentes de esa preocupación y recomendaciones formuladas para conjurar el crecimiento demográfico “sin control”. En ese orden, se puede citar La Declaración sobre Población firmada por 30 líderes mundiales y presentado al Secretario General de Naciones Unidas en diciembre 1967, o al Memo de “Actividades relevantes para el estudio de la política de población para los Estados Unidos” redactado por PLANNED PARENTHOOD en 1969 y publicado en 1970.
Asimismo, el REPORTE DE LA COMISIÓN ROCKEFELLER de 1972, va en la misma dirección, remarcando el riesgo de la insuficiencia de recursos (minerales, alimenticios, energéticos, etc.) si no se controla el crecimiento poblacional.
Organismos oficiales de EE.UU. y las fundaciones citadas previamente, financian todos los planes de anticoncepción, o esterilización en Latinoamérica desde hace décadas, y al mismo tiempo, desfinancian (no conceden créditos del Banco Mundial, por ejemplo) a los países que no incluyen alguna política de control de la natalidad en sus políticas.
En la Argentina, el proyecto nacional y popular creado por un estadista como J. D. Perón, y plasmado en el Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional (1974-1977), por el contrario, proponía entonces, reducir la mortalidad, aumentar la natalidad y aumentar y orientar la inmigración para una meta de 50 millones de habitantes para el año 2000, y de ese modo subsanar las consecuencias sociales del envejecimiento poblacional, y la escasa densidad demográfica en la mayoría del territorio nacional. Perón ya advertía en 1974 que Argentina estaba siendo sometida a un “sutil plan exterior del largo alcance para despoblarla de hombres y mujeres en edad útil” [Informe a gobernadores].
En el caso del CELS, en la Argentina, es notoria la financiación a lo largo de las décadas de la Ford Foundation, la Open Society y la International Planned Parenthood Federation, la NED e incluso la Embajada Británica y del Commonwealth Británico. La dra. Elizabeth Gómez Alcorta, miembro del CELS y -participante de otras ONG globales–, es la titular del “Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad” en la actualidad.
Otra organización como el CIPPEC, un importante think tank argentino [financiado por la Embajada de los EEUU], suele congregar a políticos de todo el espectro y a empresarios influyentes, para difundir ideas mediante slogans, algunos falsos, como como que “el aborto es la principal causa de muerte materna” y promoviendo la disminución sensible de la tasa de natalidad en nuestro país, cuya densidad demográfica es una de las más bajas del mundo (16h/km2)¡! Esos lemas instalados, luego se reproducen acríticamente en un sinfín de medios de comunicación de todo es espectro político, para finalmente enraizarse en la cultura local.
Como hemos mencionado, la banca supranacional -el BID por caso-, tiene un rol definido fomentando una cierta agenda antinatalista para algunas regiones … del tercer mundo, por supuesto. Existen documentos oficiales editadas por la propia institución que así lo atestiguan, por ejemplo: “La Revolución Mundial de la Planificación Familiar. Tres décadas de políticas y programas de población”.
El gobierno argentino de Mauricio Macri, recibió un préstamo de aquella entidad por U$S 200 millones para “políticas de género”,y para que “las mujeres” puedan “gozar plenamente de sus derechos reproductivos”, [siendo “derechos reproductivos” para estos organismos, el aborto legal y fuertes medidas públicas de anticoncepción].
UN POCO DE MARKETING NUNCA ESTÁ DE MÁS PARA LOS INTERESES CAPITALISTAS.
Como siempre, la mejor política es aquella que cumple funciones propias (dominación) generando en su implementación negocios. Este sería el caso. La multinacional Planned Parenthood posee miles de clínicas en todo el mundo especializadas en abortos. De allí su ‘desinteresado’ esfuerzo para promover la libertad de cuerpos femeninos.
Por otro lado, si bien debe suscitarse el total respeto a las variantes de opción sexual de la población, debe cuidarse la promoción de ciertas teorías que son un cambio cultural radical, y por ejemplo pretenden eliminar la identidad sexual de las personas, que se ve diluida en un construccionismo tramposo y parcial , es decir un reduccionismo culturalista que niega la lógica entre cultura y biología, absolutizando el primero, y donde cada quien elige su autopercepción circunstancial (o permanente), pero que resulta en una enajenación de la persona de su naturaleza biológica y de la realidad adyacente, en definitiva; una alienación coherente con el relativismo posmodernista que niega la existencia de toda realidad objetiva.
Este cambio cultural y civilizatorio, que por cierto tiene muchas más aristas y efectos que escapan a este breve artículo de difusión, es impulsado por el “globalismo” de las élites financieras y pretende destruir toda subjetividad que se oponga a sus intereses, animando en cambio un posmodernismo individualista y nihilista, que sustrae a la persona los distintos aspectos que hacen a su identidad; se elimina todo anclaje con su realidad física, desde la propia corporalidad biológica, la ‘liberalización’ de la familia y todo compromiso en su capacidad reproductiva, y, político-socialmente más relevante; pone en duda su pertenencia a una comunidad nacional, con lo que debilita lealtades hacia la última barrera de soberanía existente para limitar abusos del capital: el ESTADO NACIÓN. Pero la transculturización también vulnera su sentido de trascendencia religiosa, ya que la cultura neoliberal estimula la centralidad en el propio individuo, y por otra parte, desestima la concepción histórica de la vida, proponiendo vivir (y “disfrutar al máximo”) solo el presente, tal la consigna de la New Age.
Asociados en este despliegue encontramos a una red de tele-evangelistas fundamentalistas estadounidenses (de origen) e iglesias neo-pentecostales ya en nuestra región con mucha penetración particularmente en algunos países (centroamericanos, Colombia, Brasil), que tienen entre sus objetivos acciones encaminadas a la desintegración o debilitamiento de iglesias tradicionales, a afectar estructuras religiosas establecidas y estimular el descompromiso social.
Todas las instituciones o estamentos que puedan mediar y contener al individuo, tal como el Estado, los sindicatos, la iglesia, los partidos políticos tradicionales, e incluso las familias son atacadas por las nuevas corrientes de pensamiento que se imponen: el objetivo es aislar a la persona para magnificar la asimetría que existe entre aquella y el “poder” del mercado, con lo que queda indefensa.
Esa suerte de narcisismo que se impone, deja a los individuos expuestos a sus propios impulsos, y, alienados, se convierten en consumidores acríticos de toda idea o producto, difundida por los medios hegemónicos cómplices de este cambio mental. Incapaces de identificar al verdadero “enemigo”, se someten a fictas contradicciones que resultan en falsas batallas sociales (pues no cuestionan el fondo del sistema de dominación y reparto), con lo que se desgastan y debilitan fútilmente.
En definitiva, resulta el individuo así afectado, un “esclavo” del sistema, muchas veces incluso contento con su situación, y esto solo demuestra el éxito que la doctrina de colectivismo insectificador (al decir de J.D. Perón), que trae el capitalismo global financiero a estas playas. Un hombre que sobrevive en una sociedad disgregada y con crecientes brechas, y orgulloso de su pensamiento propio, que en realidad es un producto teledirigido.
CONCLUSIONES
Como siempre, la participación del pensamiento crítico es central para conjurar estas injerencias sutiles que transforman nuestro vivir, adecuándolo a inconfesables y foráneos propósitos. Creemos que entre el atrincheramiento fundamentalista –tanto de derecha como de izquierda– y la homogeneización mercantilizada de todo que se nos fue progresivamente imponiendo, hay lugar para estudiar y discutir qué puede hacerse desde las políticas culturales, para que el cambio sea soberano, pero se requiere voluntad y coraje desde la dirigencia para confrontar con el “mainstream” infundido.
Los líderes políticos de los movimientos nacionales y populares de la región (y del mundo), y más allá de la innegable importancia de factores internos de cada una de las sociedades involucradas, en defensa de sus respectivas comunidades deben encabezar la denuncia sobre los intereses ocultos en las agendas impuestas. Unidos con un discurso crítico común, propalado con fuerza con todos los medios de comunicación estatales, y privados, es la única forma en que la “sociedad civil” tome conciencia y pueda revertir o adecuar sus valores culturales a sus verdaderos intereses de comunidad.